En esta ocasión desde el blog de lacestitadelbebe.es vamos a abordar un tema interesante e importante y es la llegada de un segundo niñ@ al hogar. Así que ahora empieza la convivencia entre hermanos y hermanas y por supuesto los celos estarán presentes.
Cuando llega un nuevo miembro a una familia, a pesar de todas las emociones y alegrías, esta novedad también puede ser estresante para las mamás y papás, y claro está repercutir sobre la posición del hasta ahora Rey o Reina de la casa, que de la noche a la mañana pasará a un segundo lugar. No tiene por qué ser así, pero seguramente será lo que ellos pensarán al ver que el recién nacido se lleva todos los mimos y arrumacos por parte de todos como es natural.
Un recién nacido presenta tener presente muchos asuntos, nuevos retos, ilusiones y alegrías, pero también llegarán los temibles celos por los hermanos y hermanas mayores frente a lo que ellos considerarán un nuevo competidor.
Incluso antes del embarazo si estamos planeando la llegad de otro ser al mundo, ya nos cuestionamos muchas veces si podremos amar y querer a los dos por igual y de manera justa. O por si el contrario no lo haremos bien y de esta forma cargaremos con la culpa de no estar a la altura de lo que esperábamos.
Por lo tanto, con la llegada de nuevos hij@s al hogar las emociones pueden surgir y brotar de muchas formas diferentes, y aquí es donde aparece nuestra responsabilidad para saber tratar y gestionar a la familia como equipo eficaz de la mejor manera posible.
Manifestación de los celos
Los celos es un sentimiento que aflora de manera natural, así que es totalmente normal que se muestren frente la llegada de nuevos miembros a la familia por parte de los mayores. Así que debemos permitir que se expresen naturalmente, pero siempre intentando gestionar y poner orden de la mejor manera posible.
No siempre se suelen mostrar de las formas más molestas como todos creemos en forma de enfado, lloros y rabietas fuera de lugar. Algunas veces tenemos que seguir un poco el comportamiento de los herman@s mayores para ver que no aparecen de forma camuflada, es decir, conductas menos visibles pero que afectan a lo que parece su natural evolución. Así que es importante detectarlas para de esta forma poder ayudarles en todo lo posible y afrontar con éxito estas complicadas situaciones, aquí os dejamos algunas de las más comunes.
Tedio y apatía
Esta puede ser una de esas conductas que no se muestran en forma de lloros, y es que los niños se muestran apáticos y sin ganas de hacer nada. Esta situación se caracteriza por una repentina perdida de interés por jugar, ya no tienen ganas de hacer y compartir planes y actividades. Lo que antes les atraía, ahora parece no gustarles nada ni despertar ni gota de interés. Cuando se presenta esta situación debemos abordarla con tranquilidad y de la forma más rápida posible para volver a reconectar con los niños y recobrar la viveza y ganas de compartir y jugar de nuevo para volver a encaminar todo de la forma correcta e idónea, como antes.
Podemos adaptarnos y buscar la manera de que el bebé no sea el centro existencial, es decir, podemos dejar al bebé un rato con algún familiar y dedicar tiempo en exclusiva a nuestro hij@ como antes para que recobre el interés. Se puede salir a jugar un rato al parque, al cine, ver la tele o jugar con ellos a su juego favorito, un baño o ver fotos de cuando eran pequeños, es decir algo en familia como antes, de esta forma verá que no ha sido excluido y así recuperar el interés y motivación al ver su roll en la familia. Esto no es otra cosa que buscar activar de nuevo la motivación perdida junto a la ilusión partiendo de nuestra propia motivación y mostrándola de forma ilusionante.
Vuelta atrás
Otro de los indicios que pueden darse por los celos es que habiendo alcanzo un hito de madurez, como ir al baño solos, dejar el chupete o comer solos, ante la llegada de un herman@ puede ser que vuelvan a hacerse pipi encima o en la cama o bien popo. También esta conducta se puede manifestar en cualquier otro avance que deja de serlo, como volver a querer el chupete o que le demos de comer nosotros de nuevo, cuando ellos ya eran completamente autónomos en estas tareas. Estas conductas son las normales y habituales y que nos pueden volver a estresar y generar inseguridad y dudas preguntándonos que hemos hecho mal frente a esta situación. Como todo, debemos centrarnos en el problema y no buscar la culpa, así que tenemos que hacer entender a los pequeños que ellos son los mayores y son el ejemplo a seguir por sus herman@ pequeños. De esta manera debemos buscar de recuperar la rutina y la armonía antes conseguida en sus conductas.
Todos queremos pertenecer a un grupo, en este caso en la familia, sentirse parte de ella y que son queridos y respetados. Por ello es muy positivo y tenemos que mostrarle nuestro afecto y pertenencia a la familia, ofreciéndoles su lugar, espacio y nuevo roll, mostrándoles más atención y escuchando sus problemas e inquietudes. De esta forma conseguiremos aplicar más los celos y se sentirán más queridos y reconfortados en el hogar.
Lo que nunca debemos hacer ante todo es mostrar enfado y amenazar con alguna clase de castigo o bien ofrecer premios. Ya que sino afectaremos al transcurso natural de este proceso y pueden buscar premios a la hora de hacer las cosas bien y no es el mejor ejemplo a seguir ni lo que queremos.
No dormir lo suficiente
La llegada del nuevo miembro puede alterar incluso el sueño de los herman@s mayores, alterando horarios, ritmos y rutinas. Cuando se altera su rutina es fácil que pierdan su ritmo que llevan habitualmente y es posible que necesiten descansar más de lo que hacían antes, puede ser que vuelvan a retomar la siesta si en su día la dejaron.
Los motivos están claros que es por celos y envidias propiciadas por que el bebé duerma con nosotros en nuestra habitación y el no, o bien no le dediquemos tanto tiempo como antes perdiendo costumbres como los masajes o leer cuentos antes de dormir.
Estas conversaciones de cama para abrirse y hablar por la noche son muy importantes, ya que es cuando más se suelen compartir secretos, contar anécdotas o miedos de cosas que han sucedido a lo largo del día y no se han tenido tiempo de hablar. También es importante mostrarnos receptivos y ofrecer caricias para que se calmen y se sientan igual de queridos que antes de la llegada del bebé.
No tienen ganas de comer
Aquí estamos frente a otras de las conductas que pueden aparecer con la llegada del nuev@ a la familia, la falta de apetito puede denotar también celos y que pueden acabar por hacernos perder los nervios.
No debemos enfadarnos ni presionar ante estas situaciones, si bien es cierto que los papás y mamás siempre queremos que coman abundantemente porque esto es signo de salud. Pero nada más lejos de la realidad, ellos saben mucho mejor que nosotros lo que tienen que comer. Lo mejor es dejarles la comida como siempre u ofrecerla de otra forma variando la presentación y condimentos.
Esta es otra de esas situaciones naturales que es perfectamente comprensible y que por suerte no tardará mucho en desaparecer, si lo hablamos todo correctamente, practican ejercicio habitualmente y les dedicamos su tiempo no habrá problemas en este sentido o se mitigarán de forma rápida. Si el problema persistiera durante semanas y no vemos signos evidentes de problemas causados por esta situación debemos asistir al pediatra o nutricionista para ver la mejor manera de afrontar el problema, pero por norma general no suele durar más de unas pocas semanas.
Sensibilidad y rabietas
Es una de las situaciones principales y habituales que se dan en cualquier familia con la llegada de un nuevo bebé, así que el enfado y la irritabilidad puede ser constante durante una temporada.
Se trata de una de las conductas más comunes que se experimentan ante esta nueva situación, y como todas las anteriores es un proceso natural que tendrán que aprender a ir gestionando, siempre mostrando nuestro apoyo y hablando sobre ello.
Así que nos vuelve a tocar realizar esas tareas de psicología, para mostrarle que les seguimos queriendo igual, cosas van a cambiar, pero su roll en la familia es el mismo e incluso va a salir reforzado como el ejemplo a seguir. De esta forma lo normal es que se vaya mitigando esa forma de llamar la atención mediante rabietas, y comentar que aunque se pasen, también es normal que vuelvan a sentirse así ante cualquier situación frente al bebé en el que se sientan vulnerables o menos atendidos por nuestra parte.
Ante este proceso lo mejor es mostrarse tranquilos, emplear psicología y buenas maneras para gestionar estas situaciones, ya que esta etapa es la que más durará y es probable que dure desde semanas a meses o incluso años en los casos más severos.
Todas estas conductas son interpretadas por los heman@s mayores para llamar la atención y de esta forma revindicar su lugar y atención que creen perdida por su parte. Los niños y niñas es necesario que siempre están abiertos y nos comenten y nos trasladen como se sienten frente a las nuevas situaciones y así poder reaccionar de la forma adecuada por nuestra parte. Si se cierran es una pauta negativa que nos puede llevar a engañarnos frente a un problema así que siempre debemos tratarlo todo con calma, amor y buscar el momento adecuado para hablarlo. Como hemos comentado anteriormente uno de los buenos momentos para hablar sobre anécdotas, preocupaciones, etc. puede ser antes de dormir, o durante un baño o bien en la mesa si no están demasiado distraídos.
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